La noticia de que Jesús estaba enseñando cosas acerca de Dios a las personas y sanando a los enfermos se difundió con mucha rapidez. Dondequiera que Jesús iba con sus doce discípulos, acudían muchas personas que venían de todo el país y también de la ciudad de Jerusalén, para escucharle y con la esperanza de que pudiera sanarles también de toda enfermedad.
Un día, Jesús estaba sentado en el interior de una casa, tan llena de gente que no había lugar para que nadie entrara ni pudiera salir. Cuatro amigos de un hombre muy enfermo le llevaron en una camilla hasta la casa. El hombre estaba paralítico y no podía moverse.